En inglés, la palabra crumble significa desmoronarse o desintegrarse, lo mismo que sucede en tu paladar cuando pruebas un buen crumble, ese tradicional pastel de frutas británico.
Se llama así por su cubierta, hecha de harina, mantequilla y azúcar, que forma una deliciosa masa que se desarma con suavidad en la boca. Conviene hacerlo con frutas ligeramente ácidas, como la manzana, la ciruela o las frutillas.
En el horno, el calor reblandece las frutas y endurece su cobertura, lo que vuelve perfecto a este postre para el frío del otoño-invierno. Conviene servirlo caliente, acompañado de crema, helado o compotas de diferentes frutas. Todo junto genera un potente cruce de sabores, texturas y temperaturas.
En esta receta de Pilar e Isidora Kraemer, se ve lo fácil que es prepararlo. No requiere de aparatos o electrodomésticos extraños, ni de técnicas específicas ni de ingredientes exóticos.
Crumble de frutos rojos con crema batida
Ingredientes (para 4 porciones)
El crumble